“Dejar constituida una organización que agrupe en su seno a todos los productores que dependen del Gobierno Nacional, por ser éste el único medio de defensa de nuestros intereses”. Ese puñado de palabras dichas por Juan Popovich bastó para que en la tarde del 15 de enero de 1925 se pusiera la piedra fundacional, y cien años después continúa retumbando y ha dado vida a esta organización sindical que es la Asociación Trabajadores del Estado (ATE).

La fundación del sindicato en el mítico Teatro Verdi de La Boca parte de la necesidad de los trabajadores portuarios de crear una organización para la defensa de sus intereses: herreros, carpinteros, mecánicos, torneros, peones de patio y fundición, electricistas, albañiles, marineros y foguistas de las dragas, son señales de su origen ligado a las Vías Navegables y operaciones, que rápidamente se extendió por los puertos del Litoral y posteriormente se reproduce entre dependencias del Estado asociadas a la producción y servicios como petroleras o telepostales.

Aquellos trabajadores pronto conformaron un sindicato dinámico, centrado en los intereses de una Nación. Con muchos trabajadores nativos pero también muchas y muchos que llegaron a la Argentina para forjar y engrandecer la lucha y los intereses de los trabajadores estatales que veían en el Estado una representación de los intereses oligárquicos.

Tras sus primeros años de vida sindical, ATE celebra su primer Congreso el 12 de agosto de 1928. Allí se reclama fuertemente al Estado el reconocimiento del derecho a la organización, la abolición de los reglamentos internos que restringieran la actividad sindical y, naturalmente, el reconocimiento de la Asociación como “entidad de clase de carácter nacional”.

Para entonces ATE ya era una organización sólida y creciente con miles de afiliados en gran parte del país, con Seccionales que se fundaban y un cauce que se abría. Para 1932, ya eran 30.000 las y los trabajadores agrupados en 22 Seccionales.

En esta rica historia del sindicato, el 17 de octubre de 1945 también está marcado a fuego. Fue un dirigente de ATE, Libertario Ferrari, quién volcó la votación en el seno de la Confederación General de Trabajo, el 16 octubre de 1945, para que las y los trabajadores fueran a la huelga y se movilizaran por la suerte de Perón. Ferrari no sólo sufragó a favor de la medida de fuerza sino que fue el que planteó su ratificación cuando se habían alzado algunas voces “moderadoras”.

En esa década ATE también marca la diferencia de acción sindical con la creación, el 16 de enero de 1945, de la Seccional Bahía Blanca, conducida íntegramente por mujeres costureras pertenecientes a la Subintendencia del Ministerio de Guerra. Su conducción será cien por ciento femenina por dos períodos consecutivos, un hecho inédito.

Siendo que podía afiliar a todas y todos los obreros y empleados de la Administración Pública Nacional, a principios de los años ‘50 ATE es el sindicato con más afiliadas y afiliados del país.

Los sucesivos golpes de Estado contra los gobiernos democráticos de Juan Domingo Perón (1955), Arturo Illia (1966) e Isabel Perón (1976), también repercuten en la actividad sindical, de la cual ATE no está exenta. En la última dictadura militar (1976-1983) se genera un sindicalismo cómplice y contrario a los intereses de nuestra sociedad. En 1984 la Lista Verde ANUSATE, con –entre otros- dirigentes como Víctor De Gennaro y Germán Abdala, se impone en las elecciones internas y abre el camino a la recuperación de la organización sindical. Aquella dictadura arrojó un total de 2.252 trabajadoras y trabajadores estatales detenidos-desaparecidos y asesinados entre 1976 y 1983.

El triunfo de Carlos Menem en las elecciones nacionales de 1989 y su reconversión al liberalismo abre otro quiebre en el arco sindical. La venta de emblemáticas empresas estatales y un alineamiento con las crecientes políticas neoliberales que se ciernen sobre los países del sur del continente generaron en la política sindical el retiro de ATE de la Confederación General del Trabajo (CGT) y la posterior creación de una nueva central sindical: el Congreso de Trabajadores Argentinos.

Tras la salida de la llamada crisis del 2001 y con la llegada del Gobierno de Néstor Kirchner, ATE se incorpora al Convenio Colectivo de Trabajo para la Administración Pública (2004).

En su rica historia ATE aportó a la política de nuestro país con una gobernador (Carlos Xamena, en Salta), diputados, un embajador e innumerables dirigentes que tuvieron participación en la función pública.  Aquel sindicato fundado por un puñado de trabajadores portuarios, cuenta hoy con casi 400.000 afiliados, con presencia en todo el territorio nacional, y un venturoso futuro que está impulsado por su centenaria historia.

Fuente: ATE Nación