El 4 de julio de 1975, Bahía Blanca fue escenario de una de las pocas presentaciones de PorSuiGieco, el colectivo folk integrado por Raúl Porchetto, Charly García y Nito Mestre de Sui Géneris, León Gieco y María Rosa Yorio. Revivimos aquella jornada helada e histórica a través de los recuerdos y fotos del fotógrafo Rubén Andón -corresponsal de la revista Pelo durante la gira- y las voces de los productores locales Néstor Sánchez y Roberto Ricci. Como siempre, compartimos valiosos testimonios de espectadores y material de archivo. (Por Javier Tucci)


A medio siglo de aquel concierto, que se realizó también un viernes como hoy, coincidencia que se da muy pocas veces cada tantísimos años, les invitamos a conocer solo un fragmento, un eslabón más de la historia fugaz y profunda de un grupo que buscó aliarse desde la amistad, la música, la autogestión y la experiencia rutera, en medio de un clima de violencia que terminaría moldeando los años más siniestros que haya vivido nuestro país.

Apostillas introductorias…
PorSuiGieco tocó cinco veces en total: la primera en 1974 en el Auditorio Kraft de la Capital Federal; al año siguiente le siguieron las presentaciones de los días 4, 5 y 6 de julio de 1975 en Bahía Blanca (Estadio Norberto Tomás del Club Olimpo), Tandil (Teatro Estrada) y Mar del Plata (Teatro Diagonal) y, según León Gieco en “León Gieco, Crónica de un Sueño” de Oscar Finkelstein, tocaron una vez más en el programa de TV Arrimate, que conducía Leo Rivas.

Pero hay más: en enero de 1975 -gracias Roque Di Pietro por desasnarnos-, León y los Sui coincidieron en el “Festival de Música Beat y Moderna” en Piriápolis (Uruguay), un encuentro que reunía a músicos jóvenes de Argentina, Chile, Brasil y el país anfitrión. Todo indica que también estuvo Porchetto, aunque no figura en el anuncio oficial del festival. Sin embargo, el video que compartimos a continuación confirma su presencia e incluso algunas secuencias psicodélicas compartidas en la playa.

Sigamos… El verdadero nombre del grupo fue “PorSuiGieco y su banda de Avestruces Domadas”, una ocurrencia de Charly en consonancia al proyecto que Gieco había bautizado como su “banda de caballos cansados”. Entre fines de mayo y mediados de junio de 1975, la banda entró a los estudios Music Hall y siguió en Phonalex para grabar su único disco epónimo. Aunque lo terminaron rápido, recién salió a la luz un año después, el 7 de marzo de 1976, días previos al golpe cívico y militar. El álbum estuvo bajo la producción de Jorge Álvarez con propuestas de canciones folk rock, blues y toques progresivos. Quienes participaron de este único trabajo discográfico fueron los guitarristas Pino Marrone y Gustavo Bazterrica; los bajistas José Luis Fernández, Rinaldo Rafanelli, Alfredo Toth y Francisco Ojsterstek; el pianista Leo Sujatovich y los bateristas Oscar Moro, Gonzalo Farrugia, Juan Rodríguez y Horacio Josebachvilli.

Y hay otro detalle interesante: sobre la situación de censura que sufrió una de las canciones más célebres de aquel disco, “El Fantasma de Canterville”, el portal naveargenta.blogspot.com comentó: “Algunos pocos ejemplares de la primera edición del álbum incluyó, en lugar de “Antes de gira” que se anunciaba en la contratapa del LP, una versión de ‘El fantasma de Canterville’ con su letra original, que la censura había prohibido. Esta situación (una jugada de los músicos y del productor Jorge Álvarez para burlar la censura) hizo que algunos de los primeros compradores del LP se encontraran con una especial sorpresa (…)”. Fue recién en la reedición de 1993 que sumaron “El fantasma de Canterville” como bonus track para cerrar el círculo.

Una aventura hippie folk por las rutas bonaerenses
Si bien la contracultura necesitó de la generación beat, del colectivo de Ken Kesey y sus Merry Pranksters a bordo, de Jack Kerouac, Tom Wolfe, Hunter Thompson e incluso hasta de Bob Dylan, la Argentina tuvo su propio manifiesto. Surgió entre chicas y muchachos que los esperaban allá -tanto en el sur como en cada pueblo al que se quería llegar- con la intención de vivir una experiencia única y novedosa.

Además de ese primer ensayo que fueron las escapadas de Moris y Pipo Lernoud a Villa Gesell, o las organizaciones de los primeros festivales autogestivos hacia mediados de los años 60 como “Aquí, allá y en todas partes”, encuentro organizado por Miguel Grinberg y Susana Salzamendi-la mamá de Fidel Nadal- en 1966, también se destacaron los viajes e intercambios de Miguel Grinberg con Allen Ginsberg y los desafíos de Tanguito y otros divagantes y náufragos.

Para principios de los años setenta, algunas experiencias urbanas marcaron el rumbo y amplificaron el efecto de eso que era -y es- “mantener el estado de ánimo” por sobre la mierda circundante. Entre esas experiencias, se encontraban la comunidad de la Cofradía de la Flor Solar en La Plata; Arco Iris en Ciudad Jardín (Lomas del Palomar) junto a su gurú y líder espiritual, la ucraniana Danais Winnycka (Dana), o el nomadismo psicodélico de algunos integrantes de lo que más tarde sería Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, quienes buscaban ampliar la conciencia y escaparse de los días represivos.

En ese tetris juvenil, también podemos ubicar las primeras giras en tren y auto de León Gieco junto a Porchetto y el dúo Miguel y Eugenio, quienes visitaron Bahía Blanca en marzo y agosto de 1973 para brindar conciertos en el Teatro Municipal. Detrás del escenario de ese mismo teatro, Gieco compuso “Si ves a mi padre”, canción que sería incluida en su segundo álbum, La banda de los caballos cansados (1974) -Finkelstein, Oscar (1994), Crónica de un sueño-. Ese germen y recorrido inicial, sumado a las influencias de artistas folk como Crosby, Stills, Nash & Young, The Band y Joni Mitchell, entre otros, acercaron a PorSuiGieco a la idea de un tour mágico y descontracturado.

Rubén Andón, fotógrafo y referente del rock argentino, quien junto al periodista Juan Manuel Cibeira formó parte de la corresponsalía de la revista Pelo durante la gira -a bordo del ómnibus que los trasladaba-, compartió sus recuerdos y anécdotas: “Éramos 17 o 18 en un micro con capacidad para 40. Además de la banda, viajábamos un grupo de amigos entre fotógrafos, periodistas, sonidistas y asistentes. Entre ellos estaban el sonidista Teddy Goldman y su asistente Tony; el mánager de los Sui, Gabriel Melgarejo; Jimmie Anido, quien inspiró a Gieco en su canción ‘La mamá de Jimmy’; el coordinador de la gira, Luis Wichmann -mánager de Porchetto- y algunas personas más. Obviamente yo ya conocía a Porchetto, a Sui Géneris y a León porque los había fotografiado en varios festivales y shows, pero esta gira me permitió conocerlos aún más y compartir cuatro días inolvidables”.

Profundiza Andon: “Desde el principio, no sé si se debía al entusiasmo o a la excitación, pero de inmediato hubo una integración entre todos. Nos contábamos chistes malísimos, algo que ayudó mucho e hizo que hasta los choferes se integraran. Recuerdo que arriba del bondi había un perrito de mascota, que era de una de las amigas de María Rosa. En un momento, se le preguntó al chofer si podía parar para que Fidel, el perrito, pudiera hacer pis. Fue así que se buscó un monte de eucaliptos al costado de la ruta, bajamos todos a estirar las piernas y yo aproveché para hacer algunas fotos. Hacía mucho frío, era invierno y el sol ya se estaba poniendo en el horizonte”.

Fue tan rica, detallada y placentera la charla vía whatsapp con Andón, que preferí editar lo menos posible su alocución. Aproveché hasta los más íntimos recuerdos, como por ejemplo la llegada a Bahía y el frío de aquella jornada. “El recuerdo que tengo es que entramos por una calle de adoquines, una zona antigua, y fuimos directamente al hotel. Como llegamos un poco temprano para el show, obviamente había que armar y hacer la prueba de sonido, creo que dormimos una siestita de una horita en el hotel, lo que dio tiempo para una ducha y sacarnos el viaje de encima. Después enfilamos hacia el estadio, que era como un Luna Park más chico donde se habían puesto como cinco o seis garrafas con pantallas que intentaban calentar el ambiente como se podía”.

Sobre el frío y cómo lograron subir la temperatura, Andón amplió: “Recuerdo que alguien me dijo ‘¿Che, no se podrá conseguir algún licor, alguna cosita para calentarnos un poquito’? Y yo salí a la calle a ver qué encontraba y creo que ubiqué un almacén y compré una botella de caña quemada Legui, que en esa época se usaba mucho. Por supuesto estaba todo el mundo pasándose la botella para darle un traguito a la caña para entrar en calor”.

Uno de los productores de aquella histórica fecha, Roberto Ricci, aportó detalles sobre la llegada del colectivo folk a Bahía Blanca: “¿Sabés lo que fue traer a PorSuiGieco a Bahía? Llenamos el Norberto Tomás, algo inédito para ese momento. Lo pienso ahora y no lo puedo creer, porque había que meter 3500 personas, y con ese estilo de música. Lo promocionamos con carteles de calle y volantitos que pegábamos en las paradas de los colectivos. No éramos una empresa, sino un grupito de pibes que no teníamos resto económico, todo muy autogestivo”. Y agregó: “Recuerdo que al llegar a la ciudad, buscaron la dirección que les habíamos dado (Lamadrid al 300), donde en ese momento vivían Cristina, que era mi novia y hoy es mi esposa, y su hermana Susi, entonces novia de Néstor Sánchez. La banda estacionó, tocó el timbre y preguntó si estaba Ricci. Salí, me acerqué al micro y me encontré con todo el PorSuiGieco. La imagen me recordó inmediatamente a Mad Dogs & Englishmen de Joe Cocker. Era fanático de Cocker y había visto la película de León Russell (1971) hacía poco”.

Charla radial: conciencia, inconsciencia y empuje colectivo
El 4 de julio de 2024, al cumplirse el 49°aniversario del mítico recital en el estadio Norberto Tomás, Néstor Sánchez y Roberto Ricci compartieron una charla telefónica en Imaginario, programa que conduce el propio Sánchez en Radio San Javier, desde la provincia de Córdoba, de la cual elegimos algunos pasajes.

Durante la conversación, Ricci reflexionó: “Creo que con todas las bandas que llevamos nunca firmamos un contrato, lo que te demuestra que siempre había buena voluntad de ambas partes y lo inconscientes que éramos todos, porque no había caché ni garantías de seguridad, sólo el acuerdo de palabra y la actuación”.

El diálogo entre los viejos amigos productores, recuperó otra postal inolvidable de aquella jornada: según Cibeira en su crónica para la revista Pelo, tras el show todos se fueron a cenar y luego a descansar al hotel. A la mañana siguiente, dispuestos a seguir camino hacia Tandil, el micro que los trasladaba no arrancaba y fue necesario empujarlo entre varios. “Hacía muchísimo frío, y esa imagen de todos empujando el micro quedó grabada en la memoria de todos”, dijo Ricci. La escena la completa Rubén Andón, quien no solo vivió el episodio, sino que lo registró con su cámara para la revista Pelo: “A la mañana siguiente al show, cargamos todos los bultos y el micro no arrancaba, hubo que bajar a empujar. Hay una foto donde están todos empujando, y se alcanza a ver escrito con el dedo ‘PorSuiGieco’, como quien escribe sobre la mugre de un auto ‘lavame sucio’”.

Aguas claras de Olimpo: autorización del Presidente y héroes del básquet local

Ningún dios ni diosa del monte, podría haber resuelto lo que sí pudo el por entonces Presidente de Olimpo, Mario Macagno: “autorizar por tercera vez consecutiva el uso del estadio para la realización de un concierto de rock”. Recordemos que los productores locales habían utilizado ese mismo escenario meses antes para los conciertos de Sui Géneris y el de Aquelarre y el trío de Litto Nebbia.

Macagno fue Presidente del aurinegro entre 1970 y 1980, con una gestión, según  dicen los adeptos al deporte local y figuras del periodismo bahiense, “intachable”. El tipo, el 3 de julio de 1971, cuatro años antes del show de PorSuiGieco, había inaugurado el estadio de básquet con el nombre de Norberto Tomás en homenaje a Norberto “Patito” Tomás, uno de los jugadores más destacados de la ciudad que llegó a integrar los seleccionados local y provincial. Tomás falleció el 17 de octubre de 1970 en pleno juego, a la temprana edad de 21 años. Como dato para la nostalgia y la estadística, la noche de la inauguración del estadio, la selección de Bahía Blanca le ganó al por entonces campeón del mundo Yugoslavia, por 78 a 75, en uno de los eventos deportivos más resonantes que recuerde la capital del básquet nacional.

Volviendo a la charla entre Ricci y Sánchez en Radio San Javier, ambos rememoraron cómo lograron concretar el show, gestión que fue posible, en parte, gracias a la amistad que mantenían con Mario Macagno (hijo). “Llegué a las oficinas de presidencia de Olimpo, Mario Macagno padre me hizo pasar y me preguntó: ‘¿Qué necesitás, Néstor?’. Le respondí: ‘Mire, otra vez el estadio Tomás, porque queremos traer a PorSuiGieco’. Y el tipo me dijo: ‘El estadio es tuyo, dale para adelante’. Cerramos el trato de palabra, algo que hoy sería impensado, todo era a pulmón”.

Regresemos al concierto…

Sobre esa noche, Andón brindó algunos detalles del sonido y el sentido del humor por parte del grupo, una característica del factor humano que los unió en toda la gira: “El concierto estuvo bueno, yo no puedo hacer una crítica del sonido porque Teddy Goldman decía que el lugar era muy grande, tipo galpón gigante. Recuerdo que en casi todas las ciudades (Bahía, Tandil y Mar del Plata), la banda hizo algunas bromas, como cuando -creo que fue en Mar del Plata- Charly se vistió de mujer y anunciaron que no había podido venir y que en su reemplazo habían conseguido una pianista. También recurrían a bromas como presentarse con otros nombres, por ejemplo, León Chueco, Raulito Proyecto, Charly Ganzúa y Tito Téster, es más, creo que en Bahía Blanca se presentaron así”.

En el último audio que Andón envió a mi teléfono, reflexionó sobre la concurrencia del público, no sobre el número, sino lo medible desde la significación de época, de un movimiento que recién se estaba conformando y todavía era un grupo reducido. “Yo creo que el estadio no estaba lleno lleno, tengamos en cuenta que para 1975 el rock argentino, si bien tenía un grupo, una comunidad que lo seguía, no era lo que es hoy que toca alguien con un poco de relevancia y mete 50.000 personas. En ese entonces era más público de elite. Igual estuvo buenísimo, los chicos estaban contentos y recibieron a la gente que quería que les firmaran autógrafos o simplemente hablar un rato”.

La figurita difícil fue dar con la crónica que Juan Manuel Cibeira escribió para el número 63 de la revista Pelo, con fotos de Andón. El primer recurso al que acudimos fueron las digitalizaciones online de la revista que dirigía Daniel Ripoll, pero la crónica no se encontraba allí. Fue el colega Roque Di Pietro quien nos facilitó el material, del cual elegimos este fragmento en el que Cibeira relataba el paso del supergrupo por Bahía: “(…) Es la hora de la iniciación. Hay mucho público, pero no está colmado. Fidel encabeza la salida del cuarteto a escena. El sonido no ha mejorado mucho y el público está como la noche: helado. Con Raúl y su versión de “Canción para mi muerte”, se rompe algo el frío, pero no habrá mayores sorpresas esa noche. El grupo no estuvo en su mejor forma, pero cumplió con corrección. Al final muchos chicos rodean a los músicos pidiendo autógrafos, e interrogándolos. Nito desapareció rápidamente, y Charlie es asediado por dos chicas que quieren fotografiarlo. De regreso, todo el grupo se reúnen en el restaurante, se come y se bebe en abundancia. Luis imparte instrucciones, habrá llamada general a las 9:30hs. Cansados bastante ‘mojaditos’, nos vamos a dormir”.

En viaje

“Es una hermosa mañana de invierno, las caras somnolientas se reúnen en un bar del hotel para desayunar. Cosas livianas, porque se siente la comilona de la noche pasada. Afuera hace mucho frío, y el motor del ómnibus se niega a arrancar. Buen final: las superestrellas del rock empujando el micro. Luis, que, como corresponde, coordinó la acción de empujar, después persigue al chofer pidiéndole rebaja. Finalmente partimos hacia Tandil”.

Las voces del público

Sobre aquella jornada, el recordado Jorge Cornejo-personaje querido de la política puntaltense y rockero medular- me comentó hace algunos años atrás: “Cuando terminó el show me topé con León, María Rosa Yorio y Nito. Era una noche muy fría, hacía tanto frío que yo tenía puesta una bufanda larga que se la había tomado prestada a mi hermana, y León se me acercó -él tenía puesta una finita y cortita- y quiso que intercambiáramos las bufandas. A lo que le respondí que no, que no podía porque era de mi hermana, que me iba a matar. Cuando cuento esta anécdota, todos al unísono responden ‘¡Jodeme que no se la diste!’. A lo que yo respondo que preferí ser fiel a mi hermana y regresar con la bufanda”.

En tanto, en el grupo de Facebook Antiguas fotos de Bahía & Zona, una de sus miembros, Patricia Carnicina, dijo sobre la fecha: “Ese día me puse de novia con quien hoy es mi marido. Yo era chica (16 años) y lo que recuerdo es la cantidad de gente que había. Bahía se estaba afirmando en el básquet provincial pero ni siquiera en los partidos había tanta gente. Fue mi primer concierto de rock y todos estábamos fascinados de tener a esos monstruos a metros nomás, nos parecía increíble. Hermoso recuerdo”.

Por su parte, otro internauta de nombre Jorge Sánchez Littau, sostuvo en el grupo Bahía Blanca-Fotos Viejas: “Yo estuve esa noche en la cabecera que da a la calle Ángel Brunel, cuánta nostalgia. Igual, no me gusta ser pinchaglobos pero se escuchó muy pero muy mal”.

Cincuenta años después, aquel recital en Bahía Blanca sigue siendo recordado como un hito cultural, una postal de una época en que el rock argentino empezaba a construir su identidad lejos de Buenos Aires, y en que la música servía para encontrarse, resistir y soñar con un país mejor. Por eso y mucho más, queríamos reconstruir esta presentación, porque vale la pena homenajear a los músicos y productores que lo hicieron posible, y para entender el valor simbólico que tuvo ese encuentro en tiempos oscuros donde el arte era una trinchera luminosa. Traigamos al presente y repitamos como mantra: “el arte seguirá siendo una trinchera luminosa”.

Fue el invierno del folk, y ustedes estuvieron ahí.

Ah… me quedó la duda -que ojalá alguien pueda disipar- de por qué no se incluyó a María Rosa Yorio en el nombre del grupo, teniendo en cuenta su gran participación en la performance. ¿Hubiera estado bueno un “PorSuiGieYor”, no?

Por Javier Tucci para FM de la Calle