Hay una reducción en la brecha salarial entre los militares y las fuerzas de seguridad, pero preocupa que más del 50% de los efectivos lucha por sobrevivir al umbral de las penurias.

Si bien el gobierno de Javier Milei avanzó parcialmente en la reducción de la brecha salarial que separa a los efectivos de las Fuerzas Armadas de sus pares de Seguridad, los militares ven con preocupación que en el último año y medio creció la cantidad de oficiales y suboficiales que tienen salarios por debajo de la línea de pobreza.

Las estimaciones del sector castrense advierten que entre el 56% y el 60% de los uniformados conviven con la amenaza de quedar por debajo de los niveles de pobreza, línea marcada por la Canasta Básica Total, que el Indec fijó este mes en $1.128.398. Ese cálculo ubica en esa franja roja a los militares con grados de capitán, tenientes de navío y otras jerarquías inferiores.

Hay que tener en cuenta, de todos modos, que muchos de ellos sobreviven a la dramática línea de postergaciones sociales con las bonificaciones por antigüedad y suplementos por destinos geográficos. “Existen algunos suplementos por actividad, como buceo, paracaidismo o prácticas de montaña. Pero no son permanentes sino cuando se cumple una determinada cantidad de tareas a lo largo del año”, explicó una fuente del Ejército.

Cada destino geográfico tiene un porcentaje determinado de suplemento. Por ejemplo, en los lugares más alejados, como Puente del Inca, en Mendoza, el plus puede llegar al 90% y en una capital del interior, puede alcanzar entre el 12 y el 15 por ciento. Por el contrario, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no existen suplementos, explicaron fuentes castrenses a LA NACION.

La brecha con Seguridad

En su última presentación en el Senado, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, afirmó que la diferencia de haberes entre los militares y el personal de las fuerzas de seguridad se redujo del 25% al 6% en la gestión libertaria. En una de sus primeras medidas al asumir, el ministro de Defensa, Luis Petri, dejó sin efecto dos aumentos que su antecesor Jorge Taiana había programado dos aumentos salariales sucesivos del 10% para enero y abril de 2024, tomando como base los haberes de marzo de 2023. Petri entendió que se trataba de un “esquema engañoso, con un mínimo de impacto real” y se comprometió a llegar a una equiparación de haberes con las fuerzas de seguridad al final de su gestión, en diciembre de 2027.

En sendos pedidos de informes dirigidos al Poder Ejecutivo, el senador nacional Pablo Blanco (UCR-Tierra del Fuego) planteó que, de acuerdo con los datos del Indec, los sueldos por debajo de las jerarquías de capitán y grados equivalentes en las otras fuerzas y de suboficial primero hacia abajo, entre los suboficiales, se hallan “por debajo de la línea de pobreza, lo cual da cuenta de casi el 60% del total del personal por tratarse de las jerarquías más numerosas”.

Al recoger la experiencia de la inusual protesta que voceros de la Gendarmería y la Prefectura protagonizaron en 2012, durante la presidencia de Cristina Kirchner, el legislador fueguino señaló que “el personal de las Fuerzas Armadas no puede manifestar, no puede hacer peticiones sino a través del superior directo y no está sindicalizado, ni tiene un ombudsman que defienda sus intereses”. Pero observó que esas prácticas existen en otros países. Citó los casos de Bélgica, Países Bajos, Noruega, Suecia y Sudáfrica, donde “el personal militar tiene una representación de sus intereses por fuera de la estructura de mandos militares”. En Alemania, en cambio, existe la figura del comisionado de Defensa, que actúa de enlace entre el personal militar y el gobierno. Incluso, Australia y Canadá pusieron en marcha la figura de un ombudsman, que “vela por los derechos de los militares”.

Lejos de la existencia de tales mecanismos, en la Argentina la discusión se limita a los niveles salariales que disponen los gobiernos de turno.

Con la última actualización de haberes para las Fuerzas Armadas, dispuesta por la resolución conjunta 24/2025 dictada por los ministerios de Economía y Defensa, los máximos cargos (teniente general, almirante y brigadier general) tienen una retribución de $ 2.613.259. Le siguen en la escala los grados de general de división, vicealmirante y brigadier mayor, con $2.330.450.

Deserciones en las Fuerzas Armadas y de seguridad

En lo que va del año pidieron la baja 2273 oficiales y suboficiales en las Fuerzas Armadas y de seguridad, principalmente por los bajos salarios.

Mientras un coronel y sus equivalentes de capitán de navío y comodoro cobran $1.859.800, un teniente coronel, un capitán de fragata, y un vicecomodoro perciben $1.617.005.En escalas inferiores, un teniente primero, un teniente de fragata, y un primer teniente tienen un sueldo de $938.420, mientras que un subteniente, un guardiamarina y un alférez cobran $766.215.

En su pedido de informes, el senador Blanco definió el esquema que rige en la Argentina como “una obligación de velar por el subordinado que no se queja y no puede quejarse”. Una práctica inherente a la esencia de los asuntos militares. En ese esquema encuadra la caótica situación del Instituto de Obra Social de las Fuerzas Armadas y de Seguridad (Iosfa), que hasta ahora no ha podido detener la impactante sangría de $19.000 millones por mes.

Fuente: La Nación